No siempre se cumple esa máxima de que los pueblos tienen los dirigentes que se merecen.
En Castilla la Mancha, por ejemplo, que somos gente de interior, cabal, honesta, un pueblo recio, sobrio, austero. Tanto tiempo siendo pobres, que llevamos metida en la sangre la necesidad de guardar, de conservar lo que nos ha costado tanto conseguir; por eso a veces recelamos de lo nuevo, más todavía si viene con un tufo oportunista y depredador. Y eso es lo que nos está pasando con la señora Cospedal (hay que apearle ese de que ella se añade por más distinción, que hasta en eso posa), que recelamos de ella porque no nos ofrece confianza y esfuerzo por mejorar, sino una constante negación, una crítica feroz y destructiva contra todo el avance alcanzado a base de tesón y ganas. No nos merecemos a Lady no.
Los castellano-manchegos hemos sido siempre pobres pero honrados, tenaces trabajadores y austeros; ciertamente que poco favorecidos por los gobernantes, de dentro y de fuera, que a lo largo de los siglos, han visto nuestro territorio como fuente de recursos a esquilmar sin inversiones en progreso y a lo que hemos reaccionado emigrando o aceptando con resignación nuestro destino con menos espíritu emprendedor que otros pueblos más abiertos a nuevos horizontes.
Con la democracia y la España de las autonomías, se abrió para nosotros un tiempo nuevo en el que decidimos cambiar la situación, avanzar, poner en valor nuestro territorio y nuestros recursos, también a nuestra gente; y empezamos a votar proyectos de futuro, ilusionados por el progreso de nuestra tierra que nos ofrecieron primero José Bono y después José Mª Barreda; ambos hoy en el punto de mira de los proyectiles envenenados de Cospedal, que quiere terminar con ellos como sea.
El progreso del que hoy presumimos en Castilla la Mancha es objetivo; no es fruto de una valoración parcial e ideológica; es innegable y se manifiesta en la situación de nuestro sistema educativo, sanitario, en la red de comunicaciones, en los salarios de los trabajadores, en los programas innovadores puestos en marcha, en las prestaciones sociales, en el desarrollo económico general, con independencia de la coyuntura crítica actual que debemos aprovechar para seguir mejorando y separando el grano de la paja y eliminando las malas hierbas.
El progreso en calidad de vida, en igualdad de oportunidades, en formación a lo largo de la vida, en reparto equitativo de los recursos, en oferta de excelencia en todos los servicios, es un camino por el que queremos seguir avanzando.
Sin embargo, nuestra flamante lideresa de la oposición se empeña en negar la mayor: “Diga usted qué, que yo diré no”. Con su gesto permanente de escozor y enfado, con sus frases hechas y mal construidas con las que siempre parece estar riñendo al adversario, con sus pobres adjetivos llenos de bilis, con su escaso y repetitivo verbo armado a base de expresiones vacías del tipo: hemos hecho lo que teníamos que hacer, (pero no decimos qué es para que no se note que no sabemos lo que hay que hacer); con su permanente negativa a todas las propuestas, vengan de donde vengan incluidas las suyas propias... ; en ese sentido no se le puede negar la coherencia con su cargo ya que realmente es la líder de la oposición y se opone a todo.
Sra. Cospedal, Lady no , ¿por qué le cuesta a usted tanto reconocer el valor de algunas medidas? ¿por qué dice no a que se tramite el Estatuto, no a que se deje de tramitar en el Congreso de Diputados, no al aprovechamiento eficaz del agua en CLM, no al pacto de educación, no a las medidas contra la crisis, no a que protestemos por la instalación de un ATC en Castilla la Mancha, no a que se solucionen los problemas de CCM, no a que su portavoz aparezca en una foto junto al Presidente Barreda, no al aeropuerto de Ciudad Real?
Sra. Cospedal, Lady no, usted ha sido capaz de decir no a su propia vida, que ha limpiado de algunos matices que le resultan inconvenientes…
Lamentablemente, no ha sido capaz de decir no a la corrupción que se ha constatado en su partido, tampoco ha sido capaz de decir no a sus suculentos sueldos.
Definitivamente, los castellano-manchegos nos merecemos algo mejor; unos gobernantes tenaces, valientes y comprometidos con nuestra tierra y una oposición constructiva, con voluntad de colaborar y hacer propuestas para mejorar, no para demoler. No merecemos a Lady no.
En Castilla la Mancha, por ejemplo, que somos gente de interior, cabal, honesta, un pueblo recio, sobrio, austero. Tanto tiempo siendo pobres, que llevamos metida en la sangre la necesidad de guardar, de conservar lo que nos ha costado tanto conseguir; por eso a veces recelamos de lo nuevo, más todavía si viene con un tufo oportunista y depredador. Y eso es lo que nos está pasando con la señora Cospedal (hay que apearle ese de que ella se añade por más distinción, que hasta en eso posa), que recelamos de ella porque no nos ofrece confianza y esfuerzo por mejorar, sino una constante negación, una crítica feroz y destructiva contra todo el avance alcanzado a base de tesón y ganas. No nos merecemos a Lady no.
Los castellano-manchegos hemos sido siempre pobres pero honrados, tenaces trabajadores y austeros; ciertamente que poco favorecidos por los gobernantes, de dentro y de fuera, que a lo largo de los siglos, han visto nuestro territorio como fuente de recursos a esquilmar sin inversiones en progreso y a lo que hemos reaccionado emigrando o aceptando con resignación nuestro destino con menos espíritu emprendedor que otros pueblos más abiertos a nuevos horizontes.
Con la democracia y la España de las autonomías, se abrió para nosotros un tiempo nuevo en el que decidimos cambiar la situación, avanzar, poner en valor nuestro territorio y nuestros recursos, también a nuestra gente; y empezamos a votar proyectos de futuro, ilusionados por el progreso de nuestra tierra que nos ofrecieron primero José Bono y después José Mª Barreda; ambos hoy en el punto de mira de los proyectiles envenenados de Cospedal, que quiere terminar con ellos como sea.
El progreso del que hoy presumimos en Castilla la Mancha es objetivo; no es fruto de una valoración parcial e ideológica; es innegable y se manifiesta en la situación de nuestro sistema educativo, sanitario, en la red de comunicaciones, en los salarios de los trabajadores, en los programas innovadores puestos en marcha, en las prestaciones sociales, en el desarrollo económico general, con independencia de la coyuntura crítica actual que debemos aprovechar para seguir mejorando y separando el grano de la paja y eliminando las malas hierbas.
El progreso en calidad de vida, en igualdad de oportunidades, en formación a lo largo de la vida, en reparto equitativo de los recursos, en oferta de excelencia en todos los servicios, es un camino por el que queremos seguir avanzando.
Sin embargo, nuestra flamante lideresa de la oposición se empeña en negar la mayor: “Diga usted qué, que yo diré no”. Con su gesto permanente de escozor y enfado, con sus frases hechas y mal construidas con las que siempre parece estar riñendo al adversario, con sus pobres adjetivos llenos de bilis, con su escaso y repetitivo verbo armado a base de expresiones vacías del tipo: hemos hecho lo que teníamos que hacer, (pero no decimos qué es para que no se note que no sabemos lo que hay que hacer); con su permanente negativa a todas las propuestas, vengan de donde vengan incluidas las suyas propias... ; en ese sentido no se le puede negar la coherencia con su cargo ya que realmente es la líder de la oposición y se opone a todo.
Sra. Cospedal, Lady no , ¿por qué le cuesta a usted tanto reconocer el valor de algunas medidas? ¿por qué dice no a que se tramite el Estatuto, no a que se deje de tramitar en el Congreso de Diputados, no al aprovechamiento eficaz del agua en CLM, no al pacto de educación, no a las medidas contra la crisis, no a que protestemos por la instalación de un ATC en Castilla la Mancha, no a que se solucionen los problemas de CCM, no a que su portavoz aparezca en una foto junto al Presidente Barreda, no al aeropuerto de Ciudad Real?
Sra. Cospedal, Lady no, usted ha sido capaz de decir no a su propia vida, que ha limpiado de algunos matices que le resultan inconvenientes…
Lamentablemente, no ha sido capaz de decir no a la corrupción que se ha constatado en su partido, tampoco ha sido capaz de decir no a sus suculentos sueldos.
Definitivamente, los castellano-manchegos nos merecemos algo mejor; unos gobernantes tenaces, valientes y comprometidos con nuestra tierra y una oposición constructiva, con voluntad de colaborar y hacer propuestas para mejorar, no para demoler. No merecemos a Lady no.